El invierno es ya una realidad. El cambio de estación acompaña a un horario de sol reducido y al descenso de la temperatura. Todo ello redobla la importancia de tomar medidas para mantener nuestra vivienda a una temperatura agradable y cálida evitando, en la medida de lo posible, que las facturas se disparen.
Además, cada vez disponemos de más evidencia de que las temperaturas frías en espacios interiores tienen consecuencias negativas para la salud. Pero encontrar la temperatura idónea es el fruto de una combinación de factores: la tolerancia al frío o al calor, las condiciones de nuestra vivienda, el uso de cada estancia, el número de personas que habitan en ella, el sistema de calefacción y la capacidad de aislamiento energético de nuestro hogar.
La mayor parte del gasto energético de la calefacción o del aire acondicionado se produce por pérdidas de calor. Gracias a un buen aislamiento térmico, la temperatura de un espacio se mantiene más estable y la vivienda queda más protegida de las inclemencias meteorológicas. Todo ello se traduce en una reducción de la demanda energética y, por lo tanto, de las facturas de gas.
Otro factor importante a tener en cuenta es el uso que se da a cada estancia de la habitación. Una habitación afectación directa de luz solar requerirá menos desgaste energético para mantener la temperatura. Además, en estancias o espacios menos concurridos a lo mejor no es tan necesario mantener la temperatura.
¿Cuál es la temperatura ideal? Encontrar la temperatura ideal no es tarea fácil. Cada ser humano tiene un nivel de tolerancia variable. Cabe tener en cuenta, pero, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que el punto de corte categórico de 18 grados centígrados (°C) es el mínimo para mantener la salud de quienes habitan ese espacio. Un estudio realizado por la entidad estableció que no existe un riesgo demostrable para la salud de las personas sedentarias sanas cuya vivienda tiene una temperatura del aire de entre 18 y 24 °C.
Por último, es fundamental el uso de termostatos para regular la temperatura ideal en una casa. El termostato te permitirá tener siempre la temperatura estable y podrás controlar mucho mejor el gasto energético
El sol es la fuente de calor por excelencia, así que es buena idea aprovechar las horas de más luz para calentar la casa: sube las persianas de las habitaciones, especialmente de aquellas donde haya más luz, para que el calor entre en tu hogar.
Pero en el caso de querer aislar paredes sin obras, uno de los métodos que contribuye a evitar fugas de calor y a mantener la casa caliente durante los meses de invierno es el uso de ThermaBead. Este sistema de aislamiento térmico rápido y eficaz está homologado, no necesita mantenimiento y conserva sus propiedades y características con el paso del tiempo. Por ello, se convierte en una solución cómoda y económica.
Su aplicación contribuye a las medidas de ahorro energético hasta un 30%, aumenta el aislamiento térmico de las paredes y ayuda a proteger el medio ambiente. Además, es rentable, ya que permite una recuperación de la inversión en un corto plazo de tiempo. Con todos estos factores en mente es lógico pensar en los beneficios a corto plazo que genera el hecho de contar con un buen aislamiento térmico.
El aislamiento térmico inyectado o insuflado es el sistema más fácil para aislar una vivienda en menos de 24 horas y empezar a disfrutar de los beneficios de un buen aislamiento desde el primer día, sin obras, sin molestias y sin pérdidas de espacio. Consiste en inyectar aislamiento a granel en las cámaras de aire vacías, repartiendo el material aislante por toda la cámara. El resultado es un sistema que evita la libre circulación de aire y la entrada de frío o calor hacia el interior de la vivienda, reduciendo así las perdidas energéticas y ayudándote a mantener la temperatura ideal en invierno.
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